Accidente Cerebrovascular (ACV) Hemorrágico o Derrame Cerebral

Hematoma Intracerebral (HIC) o Intraparenquimatoso (HIP) es el nombre correcto que reciben los cuadros que comúnmente conocemos como ACV Hemorrágico, o clásicamente “derrame cerebral”. Son términos vagos que pueden llevar a confusiones. Utilizamos el término Hematoma Intracerebral para distinguir a los ACV de los episodios isquémicos (mucho mas frecuentes) en los que hay falta de irrigación en una determinada área del cerebro.

Los HIC se producen por la ruptura de un vaso sanguíneo y la consiguiente acumulación de sangre dentro del cerebro, formando una cavidad que produce tanto destrucción como compresión de fibras nerviosas. Estos hematomas funcionan como nuevos cuerpos ocupantes de espacio lo cual eleva en menor o mayor medida la presión intracraneal. Es muy frecuente que los hematomas se abran hacia los ventrículos cerebrales. Al coagularse la sangre, esta puede obstruir la libre circulación de líquido cefalorraquídeo y producir una hidrocefalia.

Son muchas las causas de los hematomas. Las más frecuentes tienen que ver con la ruptura de vasos anómalos, es decir, enfermos por varios mecanismos. El mas común es el daño inducido por la hipertensión arterial crónica. Pacientes tabaquistas, con diabetes o trastornos de ciertas proteínas de las arterias están estadísticamente mas expuestos a padecer estas lesiones. En ocasiones, la angiopatía amiloidea (que es el depósito anómalo de proteínas en los pequeños vasos del cerebro) pueden inducir su ruptura y consiguiente formación de hematomas. Por ello, estos hematomas son más frecuentes en la tercera edad, mientras que la presencia de HIC en pacientes jóvenes debe hacer sospechar que puede haber una malformación vascular cerebral oculta o alguna enfermedad sistémica. Las MAVs, aneurísmas, cavernomas, tumores, etc., pueden originar hematomas también.

La severidad del cuadro dependerá siempre del volumen del hematoma, la localización y la velocidad de instauración. Así, un paciente con un hematoma pequeño a moderado a nivel frontal probablemente exhiba pocos síntomas, y puede sostener una recuperación satisfactoria, mientras que pacientes con lesiones profundas o del tronco encefálico pueden incurrir en cuadros neurológicos devastadores y muchas veces mortales. La mayoría de los hematomas se originan en una área profunda del cerebro conocida como “Ganglios de la Base”, que está estrechamente relacionada con las vías motoras y sensitivas y los ventrículos. Menos frecuentemente, los hematomas se originan en los lóbulos cerebrales (más superficiales) o en el cerebelo o tronco del encéfalo.

Lógicamente, los síntomas iniciales dependerán de la localización y magnitud del sangrado.  Debido a que típicamente se originan en los ganglios de la base, los pacientes suelen manifestar síntomas similares a un ACV isquémico: pérdida de fuerza en la mitad del cuerpo, dificultad para hablar o comprender, somnolencia e incluso pueden entrar en coma rápidamente. La aparición temprana de hidrocefalia o coma ensombrecen el pronóstico.

Los HIC profundos no suelen ser quirúrgicos. Si éstos son pequeños y no crecen de tamaño, incluso es esperable cierto grado de recuperación. Sin embargo, dada la delicadeza de la zona, es habitual que los pacientes presenten importantes secuelas neurológicas o incluso no sobrevivan al evento. Hematomas más superficiales pueden ser mejor tolerados y tener un pronóstico mas favorable.
Si bien es cierto que en algunos casos los hematomas pueden ser quirúrgicos (ya sea para intentar mejorar la función neurológica, o bien como cirugía de urgencia para intentar salvar la vida), no hay evidencia científica concreta que indique que la cirugía mejore los resultados de esta enfermedad. No obstante, de ser el paciente candidato a una cirugía, el neurocirujano en conjunto con otros especialistas, explicarán con claridad a los familiares la situación, riesgos y posibles beneficios de realizar una intervención quirúrgica. Esta regla no aplica para los hematomas de fosa posterior (de cerebelo), donde el efecto de masa que producen puede comprimir el tronco y llevar al paciente hacia el estado de coma, o a la muerte. También es factible la presencia de hidrocefalia. Por ello, los HIC de fosa posterior que cumplan con ciertos criterios (por ejemplo, un diámetro mayor a 3 cms.) deberán ser evacuados quirúrgicamente.

Hay varias técnicas posibles para evacuar hematomas, ya sea por cirugía abierta, neuronavegación, estereotaxia o endoscopía. La elección de la técnica obedece a la localización, volumen, experiencia del cirujano y, lógicamente, a su preferencia.