Cuidar nuestro cerebro

Cuidar nuestro cerebro

Por Dr. Juan S. Bottan

El cerebro puede ser cuidado, es importante conocer qué podemos hacer para mantenernos sanos y jóvenes en cuanto a nuestras neuronas se refiere.

El cerebro es el órgano central de la existencia, sin él no seríamos seres autónomos, funcionantes y relacionables. Mucho menos podríamos razonar, soñar, sentir, percibir, o incluso amar. Pero como todos los órganos del cuerpo, tiene una fecha de caducidad. Un límite de uso, si se quiere, codificado en nuestro ADN. El mismo es inmutable, inalterable, y difícilmente podamos cambiar ese destino desconocido pero infranqueable. Todos comenzamos a padecer un leve retroceso en nuestras funciones neurológicas con los años: nuestra memoria de corto plazo se debilita, nuestra atención es un poco más dispersa y algunos cambios de carácter también nos pueden afectar. Esto, sin embargo, no debería afectar la funcionalidad y autonomía en manera significativa. Pero en la realidad, muchas veces, esto ocurre sin que lo podamos prevenir a ciencia cierta, atenuar o modificar.

Sin embargo, hay otros elementos que pueden contribuir a una vida cerebral más plena. Si bien no podremos modificar ese tiempo que “viene de fábrica”, definitivamente si podemos hacer cumplir la mayor parte de ese tiempo de la mejor manera posible.
De más esta decir que en nuestro destino genético, en ocasiones, hay otros elementos “ocultos” que podrán afectar nuestro cerebro antes de lo pensado y que tampoco podemos modificar: hablo de enfermedades genéticas, trastornos genéticos (como los que llamamos oncogenes), que con el tiempo puedan desarrollar tumores, malformaciones vasculares que se desarrollan por capricho del azar, desorganizaciones de la arquitectura neuronal, etc. Estas cuestiones escapan a esta nota, y deben ser buscadas en otros sectores de nuestro sitio web.

También hay que aclarar que desde que somos un embrión dentro del útero materno, y cuando aún ni siquiera tenemos un cerebro propiamente dicho, diversas afecciones pueden traer aparejado un daño importante a nuestro sistema nervioso: infecciones de transmisión vertical como la toxoplasmosis, rubeola, tuberculosis, citomegalovirus, virus de Epstein-Barr y otras enfermedades pueden hacer mella grave en el desarrollo de nuestro cerebro. Aquí tampoco trataremos estas cuestiones, las cuales en muchas formas pueden ser prevenidas con un adecuado seguimiento médico del embarazo y con tratamientos eficaces instaurados a tiempo.

Esta breve nota lo que pretende es interesar al lector adulto sobre los cuidados básicos en vida que podemos hacer para llevar la mejor calidad cerebral posible por el mayor tiempo posible.

Vale aclarar, por lo antes mencionado, pero mas aún por la infinidad de avatares biológicos que pueden acaecer sobre nuestro órgano central, que no siempre hay una correlación entre nuestro esfuerzo y los resultados: se puede sostener durante la vida un frenético culto al cuerpo y a la vida sana, y padecer Alzheimer a los 50, y también se puede desoír absolutamente todas las advertencias médicas y llegar a los 99 tan lúcido como Albert Einstein. Pero hablemos de probabilidades y lo que mejor podemos hacer…

Vida sana
Alimentación en la infancia: La ingesta adecuada de nutrientes en los primeros años de vida son primordiales para un adecuado crecimiento del cerebro. Recordemos que al nacer el cerebro del niño está aún en proceso de formación. Incluso, buena parte del desarrollo psicomotor y cognitivo de los niños se lleva acabo fuera del útero materno. Así, el adecuado aporte de grasas y proteínas son esenciales. Basta con ver las campañas de la fundación Conin del Dr. Alvino para tomar conciencia de la importancia de la nutrición infantil y las consecuencias de salud y sociales de su carencia.
Alimentación en la adultez: una dieta balanceada con un adecuado aporte calórico es necesaria para llevar adelante un estilo de vida saludable y que reduzcan los factores de riesgo que vamos sumando con los años. Veámoslo así: los mismos factores de riesgo que afectan el corazón, afectan los vasos del cerebro. El tabaco, el alcohol, las drogas, el sobrepeso, la vida sedentaria, el colesterol LDL elevado y demás, no sólo producen riesgo de infarto al miocardio, sino también pueden afectar los vasos cerebrales tanto a gran escala (como en un ACV) o bien en forma mas silenciosa y crónica como ocurre en la insuficiencia cerebrovascular. Cualquier daño al cerebro afecta sus capacidades y potencialidad.

Deporte
Igual que al corazón y los demás órganos, el cerebro se beneficia de la actividad física, el consumo calórico, la adecuada circulación cerebral y la liberación de endorfinas producto de ello.

Evitar drogas: Los efectos neurotóxicos de muchas drogas son bien conocidos y documentados: la cocaína, heroína, anfetaminas y derivados de estas pueden dañar conexiones neuronales y el uso prolongado traer un efecto deletéreo en la capacidad neuronal. Se han asociado microinfartos, lesiones vasculares, disbalances químicos, toxicidad por neurotransmisores y alteraciones del árbol dendrítico. Otras drogas como la marihuana han suscitado cierta controversia dado sus efectos abusivos por un lado, pero terapéuticos por el otro. En todo caso, recomendamos un consumo responsable e informado.

Cultivar el intelecto
Hace años que se ha encontrado evidencia de que hay pequeños cambios en nuestro sistema nervioso central. Es como un proceso de remodelación que responde a ciertos estímulos. Lo han llamado neuroplasticidad. El cerebro no tiene la capacidad de reponerse a grandes lesiones pero sí ha demostrado poder “adaptarse” a distintas circunstancias. Así mismo, estudios funcionales en humanos evidenciaron que el uso de ciertas tecnologías, por ejemplo, generaba menor activación de áreas específicas cerebrales. Por lo tanto, podemos decir que “ejercitar el cerebro” podría ser una actividad que desarrolle nuestras neuronas. Y en eso es donde tenemos que poner nuestro foco: leer, escribir, dibujar, pintar, la expresión corporal y otras actividades artísticas y/o placenteras pueden tener un efecto beneficioso o bien protector sobre nuestro cerebro.
Existen muchas opciones de terapias cognitivas para mantener el cerebro “ejercitado”, o incluso rehabilitarlo tras un insulto médico. Vale consultarlas con su médico de cabecera, o bien, dirigirse a los centros de neurología cognitiva que promocionan muchas de ellas.

Evitar traumas e intoxicaciones al cerebro
Es evidente que evitar grandes lesiones a nuestro cerebro son fundamentales para poder mantener su potencial. Recordemos que Argentina es uno de los países con mas accidentes de tránsito del mundo. Si además consideramos que los accidentes de tránsito son la causa mas frecuente de trauma de cráneo del adulto joven y adulto en nuestro país, y le sumamos la cantidad de accidentes domésticos que ocurren a diario, y que son la principal causa de traumatismo de cráneo del niño, podemos ciertamente concluir que debemos ejercer el mayor cuidado posible para evitar las consecuencias de esta verdadera enfermedad endémica que cambia radicalmente nuestra vida y la de nuestros seres queridos. Otras actividades de riesgo como el boxeo, juegos de impacto (como el Rugby o el Football Americano) y los deportes extremos, son causas de lesiones crónicas y acumulativas.
La intoxicación por monóxido de carbono (en las estufas de combustión) es otro elemento común que puede afectar tanto en forma aguda como crónica al cerebro. El metanol (generalmente presente en destilados de mala calidad) posee un conocido efecto tóxico en el sistema nervioso y muchísimos otros agentes a los que estamos expuestos en forma diaria pueden ser reducidos o  evitados conociéndolos.

Son muchas las conductas de cuidado que podemos tomar para prolongar nuestra “juventud” cerebral. Sin embargo, el objetivo no es hacer un culto fundamentalista, sino tomar conciencia, moderar las cosas que impactan negativamente y no fanatizarse. Cuidar el cuerpo, la mente y disfrutar de ellos, de su plenitud o bien abrazar las dificultades que puedan ocurrir y maximizar el potencial.