Tumores de la región selar o de Hipófisis

La hipófisis es una glándula de gran importancia en el organismo. Se encuentra en íntima relación con el cerebro, y se comunica con este mediante el tallo hipofisario, que le envía señales tanto químicas como eléctricas desde el hipotálamo. Así, esta estructura es la gran reguladora de la actividad metabólica y endocrinológica del cuerpo.

Ocasionalmente, esta glándula puede ser asiento de tumores que en su mayoría son benignos y se denominan “adenomas”. Estos pueden secretar hormonas (se los conoce como adenomas funcionantes) o pueden ser funcionalmente silentes (no funcionantes). Los adenomas pueden producir síntomas por varios mecanismos: el primero, mediante la secreción exagerada de una determinada hormona (prolactina, hormona de crecimiento, o corticotrofina son las mas frecuentes). El segundo mecanismo es mediante la compresión de estructuras: cuando el adenoma crece lo suficiente, comprime una estructura llamada quiasma, en la cual fibras de ambos nervios ópticos se cruzan, produciendo una alteración del campo visual llamada hemianopsia (falta de visión de los campos laterales). Esto es mas frecuente en tumores no funcionantes. El tercer mecanismo es la disyunción hipotalámica por alteración del tallo hipofisario.

Los síndromes que pueden aparecer dependerán en gran medida de la hormona secretada por el tumor:
Prolactina: Produce síntomas más característicos en la mujer, como falta de menstruación y secreción por los pezones.
Hormona de Crecimiento: inicialmente se manifiesta por glucemia alta, pero con el tiempo puede producir en el adulto un cuadro conocido como acromegalia (agrandamiento de manos, pies, maxilar inferior, lengua, etc).
Corticotrofina: produce una secreción muy aumentada de contriciones por parte de las glándulas suprarrenales, que lleva el nombre de Enfermedad de Cushing (se manifiesta por obesidad central, estrías abdominales, hiperglucemias, trastornos menstruales, etc.)

A su vez, estos tumores pueden producir síntomas más generales como cefalea, fístulas de LCR al horadar la base del cráneo, y convulsiones en caso de afectar la corteza cerebral. Un cuadro que puede ocurrir, particularmente riesgoso en mujeres durante el puerperio, es la “apoplejía hipofisaria”, cuando el tumor se agranda por el embarazo y súbitamente se queda sin adecuada irrigación, produciendo un infarto del mismo con una posible hemorragia, que puede generar un trastorno visual súbito y hormonal que puede incluso requerir una cirugía de urgencia.

Normalmente, el diagnóstico de estas lesiones es obtenido por el endocrinólogo, o en ocasiones por el ginecólogo, luego siendo derivados al neurocirujano para tratamiento. El estudio inicial de todo paciente, aparte de una adecuada revisión clínica, deberá incluir evaluación endocrinológica completa y el estudio de los campos visuales.
El prolactinoma es, a priori, el único adenoma hipofisario que puede ser tratado satisfactoriamente con medicación, reservados la cirugía para el caso de que no haya respuesta adecuada. En cambio, en el resto de los adenomas, ya sean funcionantes o no, se recomendará cirugía.

La cirugía de la hipófisis ha evolucionado mucho con las décadas. Hoy, la gran mayoría de estos tumores son operables a través de la nariz (vía transnasal) con el uso del endoscopio quirúrgico, minimizando riesgos y complicaciones. También existe la opción de utilizar microscopio por vía transeptoesfenoidal, que también es con acceso por la nariz. Por último, en el caso de adenomas gigantes con gran extensión hacia el cerebro, se puede utilizar un acceso transcraneal.